Si hay una ciudad que fascina y a la que siempre nos gustaría volver, ésa es Marrakech. La mezcla de sabores, aromas, culturas, gentes de todo tipo y condición y una atmósfera que te atrapa son los rasgos diferenciadores de esta preciosa ciudad.
Las maravillas de Marruecos se llenan de vida en un rincón en el que parece que el tiempo se detiene. No hay lugar al estrés, pues reina paz, calma y tranquilidad. No lo pienses, coge los primeros vuelos baratos a Marrakech y no te arrepentirás.
Aunque es una ciudad orientada al turismo desde hace muchos años, en sus calles más silenciosas, normalmente dentro de la Medina o barrio antigo, te sientes en otro mundo. La cultura árabe refleja muchas cosas al mismo tiempo y cada vez quieres saber más.
Un testimonio de lo que contamos se ve reflejado en la Plaza central, Jamaa el Fna, declarada Patrimonio Oral de la Humanidad por la UNESCO. En ella confluyen miles de historias todo el día, pues es eje de comerciantes, turistas, ocio, gastronomía y expresa cultura por cada rincón.
Por la noches, la plaza se tranforma en restaurantes ambulantes donde se cocina directamente delante de ti, por precios muy económicos. A quien os cuenten que mejor pisar un restaurante con mejores condiciones, les diremos que es toda una experiencia y se come perfectamente.
Por otro lado, sí merece la pena subir a alguna de las terrazas y bares que rodean la plaza para observar desde lo alto el espectáculo de luz y colores que se divisa de la famosa plaza. Recomendamos durante el día perderse entre sus calles colindates. La zona Mellah te ayuda a mezclarte con los nativos, que siempre tendrán una palabra amable y sonrisa para ti.
Al ser turista nunca pasas desapercibido y siempre querrán que visites algún establecimiento o tienda y pedirán algo de dinero a cambio. Si no haces caso, ya no suelen insistir, aunque tampoco viene mal que un improvisado guía nativo te lleve a nuevos lugares por menos de 1 o 2 euros. Cada uno es libre de comprar lo que quiera.
Foto: seier