Aquelllos a los que os gusten las ciudades pequeñas, menos agobiantes tal vez que las grandes metrópolis, tenéis en Luxemburgo un destino ideal. Este país sólo tiene 61 kilómetros de ancho, y 87 kilómetros de norte a sur, por lo que podéis visitar la mayoría de sus pueblos en un fin de semana. Estos lugares pintorescos se encuentran en la región septentrional, ya que el 91 por ciento de la población vive en las ciudades del sur, concretamente en la región de Gutland.
La primera visita nos lleva hasta Clervaux, donde admiraremos su precioso castillo. La parte más antigua de esta fortaleza fue construida en el siglo XII, aunque el castillo fue completamente destruido en la ofensiva de las Ardenas, en diciembre de 1944. Ahora está restaurado y contiene varias exposiciones de fotos fascinantes del fotógrafo Edward Steichen, nacido en Luxemburgo.
Otros lugares interesantes en Clervaux es la iglesia de la abadía benedictina de San Mauricio y la elaborada decoración de los techos de la capilla de Loreto. Muy cerca se halla el pequeño pueblo de Heinersheid, cuya iglesia parroquial se caracteriza por su Virgen policromada y su altar mayor barroco.
Otra región preciosa en Luxemburgo es la del valle del río Claro, que fluye a través del país antes de tocar la frontera con Alemania. En el corazón de este valle se halla la ciudad de Echternach, la más antigua del país. Durante el verano se llena de turistas, gracias a su Festival Internacional de Música. Todos acuden a ver la impresionante Basílica de San Willibrod con sus múltiples agujas y torres. Cerca de la iglesia de San Pedro y San Pablo se hallan restos de una fortificación que se remonta a la época romana.
A pocos kilómetros de Echternach se encuentra Beaufort, con las ruinas de su castillo que data de finales del siglo XII. Desde primeros de abril hasta mediados de octubre se pueden realizar visitas guiadas para descubrir cómo se vivía en la Edad Media. Una maravillosa e idílica excursión es la que podemos hacer a Chrisnach. Una cuidadosa restauración arquitectónica ha conservado el carácter auténtico del pueblo.
Al oeste del valle del río Claro se halla Esch-sur-Sure, mecida entre los bosques de las Ardenas, rodeada de los meandros del río y los acantilados. Es una pequeña ciudad ideal para pasear, con sus calles estrechas, sus canales y las ruinas de un castillo del siglo X.
A sólo un kilómetro de Esch-sur-Sure se halla Kaundorf, con su capilla del siglo VIII. Junto a ella, Rindschleiden, que alberga una de las mejores iglesias góticas de todo Luxemburgo, decorada con frescos de los siglos XV y XVI. Estos cuadros incluyen escenas de San Mateo, San Jorge matando al dragón y la coronación de la Virgen María.
Y para terminar nos acercamos hasta Vianden, donde se halla la fortaleza más grande y mejor conservada de Luxemburgo. Los tesoros arquitectónicos en este pueblo incluyen una serie de preciosas casas donde vivía la nobleza en el siglo XV, llamada la Grand Rue, y una antigua farmacia de 1475, así como la Iglesia de la Santísima Trinidad con su magnífico altar de madera. Para tener una maravillosa vista de este precioso valle lo mejor es tomar un telesilla para subir hasta la Cumbre Belvedere.
Y es que Luxemburgo, aunque os imaginéis que no tiene nada que mostrarnos por su pequeñez, guarda joyas de un valor casi incalculable. Bien merecen la pena un fin de semana romántico y maravilloso.
Foto 1: Fuente Fotopaises
Foto 2: Fuente Gaer27