Cualquier persona que vaya a realizar un viaje a Escocia, y concretamente a Glasgow, no puede desaprovechar la oportunidad de conocer la catedral de esta mencionada ciudad. ¿Por qué? Porque la misma cuenta con un encanto especial fruto del hecho de que es la iglesia más grande que existe en todo el país.
Pero además, esta edificación tiene el privilegio de ser la más antigua de cuantas existen en esta urbe. Y es que la misma tiene su origen ya en el siglo VII pues fue entonces cuando San Mungo decidió ubicar en los terrenos donde aquella se asienta la primera iglesia cristiana.
Sin embargo, sería en el año 1136 cuando comienzan las obras de construcción de esta Catedral de Glasgow que cuenta con un marcado estilo gótico, visible en todos y cada uno de los elementos que la conforman.
Visitarla es descubrir una joya de arte en todos los sentidos pues cuenta con elementos de gran valor como los siguientes:
- Sillas. Hay que subrayar que, entre todas las que posee, destacan las que se sitúan entre el púlpito y el facistol ya que vienen a rendir un homenaje a todos los soldados escoceses que perecieron durante la Segunda Guerra Mundial.
- Vidrieras. Policromadas son estas que se han convertido en uno de los elementos más distinguidos del templo por la luz, el colorido y la elegancia que imprimen al templo.
- Púlpito. Del siglo XVI es este que destaca, entre otras cosas, porque junto a él se encuentran las sillas en las que se sentaron en 1977 la actual reina Isabel I y su esposo, Felipe de Edimburgo.
- La Iglesia Baja. Si hay que destacar una estancia de la Catedral de Glasgow es esta, conocida también como cripta, donde se encuentra la tumba de San Mungo así como una belleza de bóvedas románicas y góticas.