Los Baños de María Padilla en Sevilla

Baños de Maria Padilla

Cuenta la historia, y en muchos casos la leyenda, que María Padilla, nacida en Sevilla en 1334, fue la amante del rey Pedro I de Castilla el Cruel. Este monarca se había casado en 1353 con Blanca de Borbón pero, apenas tres días después de su matrimonio, la abandonó para irse con María Padilla. A la muerte de Blanca, Pedro se volvió a casar, esta vez con Juana de Castro, aunque la Padilla siguió siendo la amante reconocida del rey hasta la muerte de esta en 1361.

María Padilla fue el verdadero amor de Pedro I. Tanto es así que, tras su muerte, el monarca castellano declaró nulos sus dos matrimonios anteriores y nombró heredero a la Corona a uno de los cuatro hijos que tuvo con ella. Hoy sus restos están enterrados en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, precisamente junto a los de su amante.

Bajo esta historia nos adentramos hoy en los Baños de María Padilla, situados en una cripta abovedada al final de los jardines de los Reales Alcázares de la ciudad hispalense. Si tenéis reservados vuestros hoteles en Sevilla ofertas en Rumbo.es no podéis pasar de largo ante la magia poderosa y hechizante de este lugar. Tiene su origen en el siglo XIV y se accede a ellos a través de una pequeña entrada decorada con azulejos andaluces y un pasillo abovedado.

Una vez recorrido este pasillo empapado de silencio llegaremos hasta una cripta cubierta por bóvedas de crucería. Sea cual sea la época del año en la que vengáis por aquí la temperatura del interior será muy fresca (en verano el contraste entre las altas temperaturas de Sevilla y los baños se nota muchísimo). Preciosa la imagen del interior, con la luz entrando por unas pequeñas ventanas laterales.

La leyenda asegura que en este espacio se bañaba María Padilla, aunque no es muy probable que digamos. No es un lugar espectacular desde el punto de vista arquitectónico, sino que más bien destaca por su carácter pintoresco y por la belleza silenciosa y fresca que transmite. La luz reflejada sobre el agua, las bóvedas de crucería y el magnetismo que produce en nosotros hace que sea una visita imprescindible si os aventuráis por la maravilla de los Reales Alcázares.

Foto Vía Semana