Hablar de Lisboa es hacerlo de tranquilidad, de pausa, de gran historia y muchas cosas qué contar, donde se para el tiempo y hay un rincón para el bienestar. Si queremos acceder a ella en cualquier época del año, sólo hay que mirar un buscador de vuelos por la Red y tendremos viajes a medida y realmente económicos.
La mejor época para ir a Lisboa es en primavera, pues en invierno suele haber niebla y apenas sale el sol y en verano, las temperaturas pueden dispararse. Los barrio centrales e históricos, son Chiado, Alta y Baixa donde podemos encontrar plazas con historia y edificios enigmáticos.
En el centro, la plaza de Rossio es eje central de la vida en la ciudad, rodeada de cafeterrías y algunos restaurantes populares. En la parte Baixa, llena de zonas peatonales y tiendas de moda, siempre es buen momento para subir al Elevador de Santa Justa, que nos lleva a admirar la parte Alta. Desde aquí podemos cenar el algún restaurante tranquilo e innovador, que inunda esta zona algo más moderna.
Es ahora cuando poder admirar el cante más famoso del país: el fado. Los espectáculos suelen realizarse en restaurantes donde también hay que cenar, pero vale la pena empaparse de este canto con gran sentimiento, símbolo ya de todo el país.
Otra zona a explorar es el castillo de San Jorge, en una colina nos descubre cómo vivían los antepasados y podemos subir a diferentes torres que nos dejan una nueva perspectiva de la ciudad, con fantásticas vistas. Al lado del castillo está el barrio de la Alfama, peculiar por sus calles y las casas. Aquí podemos hacer parada en alguna terraza y comer bacalao o sardinas, dos platos típicos y realmente muy económicos que saciarán nuestro estómago mientras reponemos fuerzas para acercarnos a Belém, otro barrio realmente bello.
Foto: Bert K