Lanzarote, tierra volcánica

Lanzarote, tierra volcánica 2

Esta isla del archipiélago canario tiene un halo especial, misterioso y bastante particular por su carácter desértico y lunar. Merece mucho la pena visitarla ya que su paisaje es realmente diferente.

Lanzarote es el resultado de años y años de incursiones de piratas y conquistadores varios, y de desastres naturales causados por el fuego de sus volcanes, siempre presentes en la isla. En el Parque Nacional de Timanfaya se encuentran más de cuarenta cráteres que hacen las delicias de los viajeros, al poder admirar en primera persona la manera en que se utiliza el calor de estos cráteres en el día a día…

El nombre de la isla se le debe a un caballero italiano llamado Lancelot, que visitó el lugar en el siglo XIV. Posteriormente llegarían los marineros vascos que entraron en contacto con los guanchos del lugar y dejaron su legado en ámbitos como la toponímia (existe un pueblo llamado Arrieta en Lanzarote).

Hacia 1405, pasó por allí un hombre apellidado Betherncourt, a quien se le adjudicaría el ser la persona que introdujo los dromedarios en la isla.

La arquitectura lanzaroteña se destaca por estar encalada de forma cúbica y siempre con un aljibe cercano, para recoger el agua de la escasa lluvia que cae en la isla.

Hasta hace bien poco Lanzarote no ha estado muy abierta al turismo, pero en los últimos años, ha experimentado un considerable auge en este sector. De todas maneras, parece que por ahora la urbanización se está llevando de una forma pausada y ecológicamente no muy agresiva.

Y es que la isla más oriental del archipiélago canario sigue ofreciendo armonía en sus costas y en el interior, y blancos edificios y ocres suelos en sus playas del sur. Y como no, siempre ante la atenta mirada de sus extraordinários volcanes…

Foto: Flickr