Cuba se te presenta al volver de tu viaje como un flujo de emociones y experiencias que abruman tus recuerdos. Un país que ofrece mucho más de lo que te imaginas cuando vas por primera vez. Un lugar encantador para cualquier viajero y del que a la vuelta no puedes dejar de sonreír disfrutando de esas horas y horas que les dedicas a los cientos de fotos que has sacado de cada uno de sus rincones.
En La Habana te sientas en algún punto del famoso Malecón, el alma de esta ciudad vieja y elegante, y aprecias el sentido de la vida cubana. Quieres subir y bajar esta explanada de siete kilómetros a lo largo de la costa. Un rincón muy tradicional que parte de la Habana Vieja y sube el Vedado, el espacio en donde los habaneros pasean cada tarde relajadamente esperando la puesta de sol. Disfruta del Caribe viajes a La Habana en oferta.
Con el sonido de las olas golpeando con fuerza, el Malecón es uno de los grandes reclamos turísticos de esta ciudad. Tal vez sea el primer lugar que se visita, pero también hay que perderse en el mundo de complejidades que te ofrece La Habana. Como por ejemplo disfrutar de su parte antigua, una zona que parece desgajada de una época pasada, o pasar una noche en la Casa de la Música en Miramar, uno de los tópicos nocturnos de esta ciudad.
La Habana debes recorrerla calle a calle. Cada plaza es un mundo diferente, es una magia especial la que te envuelve que la hace única. También es cierto que flota sobre ella un tremendo poso de nostalgia. Antiguas construcciones en decadencia, la música del mar, los ritmos, los bailes, el tiempo que intenta detenerse y no lo consigue. Hay que tomar al menos un día para dejarse llevar por el tsunami de sensaciones con el que te golpea La Habana.
Por último te recomiendo cenar una noche en el Restaurante 1830, un local situado en el punto más occidental del Malecón. Se trata de un restaurante del siglo XIX que ofrece cenas al aire libre con maravillosas vistas a la costa. Un rincón mágico y especial para una velada íntima.
Foto Vía Eusebio Leal