Visitar Moscú no es fácil pues no es tarea fácil elegir qué se ve. Si queremos hacer un recorrido corto pero completo, sin cansarnos mucho para otras visitas, podemos comenzar por el centro de la capital, es decir, por la mítica Plaza Roja.
Aquí se juntan la catedral de San Basilio, muy famosa por sus coloristas cúpulas de cebolla, el Mausoleo de Lenin y el Museo de Historia. Al lado de la plaza también está el recinto del Kremlin, donde se unen los edificios del Arsenal, la Armería y las catedrales de la Asuncion, Anunciación y del Arcángel.
El acceso más interesante a esta zona tan sólo se puede realizar por la torre de la Trinidad, la más alta de las murallas que rodean el conjunto monumentístico. Las estaciones de metro cercanas a este conjunto también son interesantes (Ohotnyrjad y Ploschad Revolutsii). Tampoco puede faltar una foto del Gran Puente de Piedra sobre el río Moscova, con espléndidas y únicas vistas así como tampoco una visita a la iglesia de Cristo Redentor y el Museo Pushkin de Bellas Artes.
Después de visitar Moscú, podemos iniciar una ruta por las ciudades que lo rodean, todas ellas interesantísimas por sí solas también. Por ejemplo podemos ir a Sergiev Posad y Súzdal. Sergiev Posad se sitúa a apenas 60 kilómetros al nordeste de Moscú. Fundado en 1337, en su interior se conserva la historia del santo que supuestamente lo creo, lo que ha hecho que sea centro de peregrinaje ortodoxo. Hacia el este de este pueblo llega Súzdal, declarado en 1992 Patrimonio de la Humanidad. Fundada ya hace mil años es seguramente la ciudad que mejor representa la arquitectura medieval por la zona. Podemos destacar la catedral de la Natividad de la Virgen, que con cúpulas azules decoradas en oro y el monasterio de San Eutimio Redentor, se convierte en fieles exponentes de lo dicho.
En fin, Moscú y sus alrededores bien se merecen una visita profunda, una visita que nos haga verlo todo y conocer la trascendencia de la historia en los rostros marcados de los rusos.
Foto Vía:Dmitry Azovtsev