Jardines en Marrakech, esplendor en Marruecos

Jardines de Majorelle

A los pies del Atlas duerme la amurallada ciudad de Marrakech en un exhuberante oasis de paz y jardines. Allí los naranjos dejan su perfume embriagador por todas partes, y los pájaros deleitan a los turistas con el feliz canto de sus gargantas. Marrakech es la ciudad más verde de Marruecos, un lugar ideal para alojarse y vivir el encanto de la cultura musulmana. ¿Qué mejor que hacerlo en los riads Marrakech?.

Hierbas aromáticas, rosas, naranjos y limoneros, Marrakech ya no es sólo la ciudad de las palmeras. Y eso que su vasto palmeral es ideal para recorrer en un carruaje tirado por caballos. No hay nada más romántico.

Un nuevo diseño de parque nos conduce a los Jardines de la Mezquita de Koutoubia. Sus grandes atractivos son la sobra fresca y los asientos de mármol. Hay setos de flores, naranjos, olivos, almendros en flor, rosas y caminos de tierra roja y brillante. Visitarlos sobre todo a la caída de la tarde, cuando el aroma de las rosas y el azahar impregna el aire. La vista del alminar rojo de la mezquita será el culmen a una visita de lujo.

Los Jardines de Menara son una vasta extensión de olivos al sur de la ciudad, donde los sultanes se divertían con sus concubinas de vez en cuando junto a los lagos. En el horizonte se levantan los riscos nevados del Atlas. La mejor época para visitar estos jardines es de octubre a enero, cuando hay paseos en dromedario y un par de puestos de venta de bebidas y aperitivos.

De allí podemos pasar a los Jardines de Aguedal Real, un lugar encantador para pasear entre huertos y viñedos, contemplando los lagos artificiales, donde los sultanes celebraban fiestas fastuosas. Desde aquí se pueden ver la Mezquita de Koutoubia y el Atlas. Los jardines se cierran cuando el rey de Marruecos se halla en el palacio.

El Jardín de Majorelle, pequeño pero encantador, fue diseñado por el artista francés del mismo nombre en el siglo XX, y restaurado por el diseñador de moda Yves Saint Laurent. Alberga cactus y bambús gigantes, palmeras y buganvillas, en una expresión de color inusitada. Hay fuentes y estanques, canales de agua, que recuerdan a los Jardines de Monet Giverny.

Muestra plantas de los cinco continentes, además de ser un paraíso para las aves. El museo está pintado de azul, que contrasta con la tierra rojiza del jardín. El museo está dedicado a la colección de arte islámico de Yves Saint Laurent, y bien vale la pena el precio extra de la entrada.

Foto Vía Sochic