Quizás la ciudad de Houston no encaje dentro del perfil de ciudad turística. Pero fama y renombre ya posee gracias a sus petroleras y sus punteros hospitales, a los que más de un potentado ha acudido en busca del mejor plantel médico. Según palabras de un versado residente, a Houston se viaja por petróleo, hospitales o abogados. Sin embargo, es posible viajar a una de las urbes más populosas de EE.UU sin tener que emular a un James Dean en Gigante, o andar bajo mínimos de salud.
Así podrá recalar en el Parque Hermann, un parque de considerables dimensiones que crece al lado del complejo hospitalario, donde los ciudadanos ejercen el voluntariado. Porque en EE.UU. es posible cuidar de las rosas y las margaritas de los parques públicos sin parecer un raro. De modo que los residentes no se sorprenden de toparse a sus vecinos armados con tijeras podadoras ejerciendo de guardianes de lo público. En el mismo parque podrá visitar el zoológico, opción más que adecuada en el caso de que vaya acompañado de sus hijos, sobrinos, o seres de corta edad. Aquí también hay posibilidades de sacar su faceta de ONG a pasear. Los ciudadanos pueden higienizar a los elefantes y frotarles la espalda con un buen cepillo.
También dispone de museos en las proximidades, como el de ciencias y el de arte, aunque en esta ciudad pretextan cualquier fenómeno para montar uno, como del de la salud o el de los niños.
Además, en el Hermann, en el que crecen todopoderosos robles, realiza parada el tranvía de la ciudad. Sólo hay una línea y ésta discurre hasta el down town. Si lo toma, podrá descubrir el centro financiero con edificos acristalados e infinitos, que, sin duda alguna, reproducen, aunque a menor escala, la estampa de Manhattan. En las cercanías se sitúa el estadio del equipo de baloncesto de los Houston Rockets, con su consabida tienda para que el visitante encuentre todas las camisetas de estos dioses de la cancha.
Ahora que si desea conocer el fermento de la ciudad, esa primera casa levantada por los colonos americanos, debe dirigirse al Parque de Sam Houston. Allí en un jardín de césped y robles, donde siguen laborando los voluntarios, se localizan estas viviendas que le sorprenderán. Ojo, no se admirará por su antiguedad, ni por su estilo arquitéctonico, sino por lo poco que se pide a un edificio para ser condecorado como monumento. La mayoría de las construcciones datan de principios de 1900, y, quizás, tras la visita, le parezca una tomadura de pelo el haber desembolsado seis dólares para disfrutar de una visita guiada. Seguramente, el guía será un voluntario que no ha pisado jamás una catedral española… y, por lo tanto, se muestra orgulloso de su legado. Sin embargo, sin tener que recurrir a su cartera podrá entrar a la exposición que se ofrece en el edificio principal.
Houston constituye una ciudad frondosa, aunque se emplace en el estado de Texas debemos pedirle que destierre los mitos de los ranchos y los rodeos. Houston, por lo menos, es verde, imprevisiblemente verde y húmeda. Apenas advertirá que se encuentra en la tercera ciudad más grande de EE.UU.
Respecto a las compras, la ciudad acoge uno de los centros comerciales más grandes de todo el país y, por tanto, uno de los más lujosos, donde los Manolo Blahnik prácticamente crecen como setas. Hablamos de The galleria, en 5085 Westheimer Rd., Suite 4850. Un abrumador lujo, dotado con pista de patinaje, al que incluso marcas nacionales como Tous y Zara no han podido resistirse y cuentan con su espacio dentro de este entramado laberíntico de tiendas. Aunque ya imaginamos que uno no viaja hasta Texas para comprar en Zara…