Además de por sus playas y su fantástico clima subtropical, la isla de Gran Canaria destaca por su valor ecológico único en el mundo, que la ha hecho merecedora de su declaración como Reserva de la Biosfera. Por su insularidad, al igual que otras zonas del archipiélago canario, esta isla posee características que la hacen diferente de cualquier lugar en el mundo, e incluye una gran variedad de paisajes y ecosistemas que, de acuerdo con la Unesco, hacen necesario un apoyo activo que comprende casi la mitad de su superficie total.
De esta manera, un viaje a Gran Canaria se convierte en una magnífica oportunidad de descubrir un entorno que merece especial protección, al margen de poseer además indudables atractivos desde el punto de vista del turista tradicional: playas, ocio, cultura, unas buenas infraestructuras, una gastronomía original y un carácter especial, debido también en parte a la calidez y amabilidad de sus habitantes.
El Parque en sí es un estupendo muestrario de la vegetación típicamente macaronésica, especies que han evolucionado durante millones de años sin recibir prácticamente ninguna influencia exterior y, por lo tanto, conforman un mundo aparte dentro de la flora que podemos encontrar en otros continentes. Además, la formación misma de la isla, de carácter volcánico, le ha otorgado cualidades especiales, con el Pico de las Nieves como punto más elevado, con 1.949 m sobre el nivel del mar, rodeado de la inmensa Caldera de Tejada y serpenteantes torrentes y barrancos. Una orografía abrupta y de duras condiciones que sin embargo acoge una infinidad de especies animales.
Entre animales terrestres, especies marinas y aves, la biodiversidad que ofrece Gran Canaria es inmensa, incluyendo reptiles endémicos como el lagarto canarión, el perenquén de Boettger, la musaraña de Osorio, 48 especies de aves como picapinos, petirrojos y pinzones y una rica fauna marina que engloba tortugas, rayas, peces espada, delfines y ballenas, entre otras muchas.