Cuna del arte, por ser donde se originó el Renacimiento. Así es como se conoce a la ciudad italiana de Florencia. Una urbe, declarada Patrimonio de la Humanidad, que se ha convertido en uno de los destinos favoritos de viajeros de todo el mundo a la hora de disfrutar de sus vacaciones. Y es que en ella tienen la oportunidad, entre otras cosas, de conocer rincones de gran riqueza y valor artístico como el Duomo de Santa María del Fiore o la Galería de los Uffizi.
Sin embargo, cualquiera que pise tierra florentina no puede marcharse tampoco sin realizar un paseo por algunos de sus puentes más significativos y es que esta tiene varios incomparables. Este sería el caso de su puente más conocido, el Ponte Vecchio (Puente Viejo) que tiene un origen medieval lo que supone que sea el más antiguo de cuantos existen y también símbolo de la ciudad.
El arquitecto Taddeo Gaddi es quien parece ser acometió el diseño de dicha construcción que a lo largo de la historia ha sobrevivido a inundaciones e incluso a los bombardeos nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
El segundo puente en antigüedad no es otro que el Puente Carraia. Sus orígenes se remontan al siglo XIII, concretamente en el año 1218, cuando se decidió levantarlo y para ello se utilizó como material la madera. No obstante, actualmente está realizado en piedra debido a la reconstrucción a la que tuvo que someterse tras una inundación.
Si importante es aquella no lo es menos la segunda parada de nuestro paseo italiano. Nos estamos refiriendo al también conocido Puente de Santa Trinidad, que se da en llamar así en honor a la iglesia con la que comparte nombre. Quien lo pueda admirar descubrirá que es uno de los más bellos de Florencia pero también de toda Europa.