La capital de Armenia es la mayor ciudad del país, además de ser el centro de la vida política, cultural y comercial más grande del entorno.
Ereván tiene a sus espaldas una historia digna de contar: es una de las ciudades más antiguas del mundo, ya que su fundación data del año 782 a.c, en el momento en que se construyó la Fortaleza Erebouni (de ahí el nombre de la ciudad) para proteger la zona contra los ataques del exterior. Posteriormente fue cayendo en manos de unos y otros, hasta que en 1828 fué Rusia la que se quedó con ella.
Dentro del dominio ruso, Ereván se convirtió más o menos en lo que es ahora, un centro industrial y una ciudad que no puede tener complejos a la hora de codearse con cualquier otra ciudad de estos tiempos. En 1991, Armenia se independizó y Ereván se convirtió en la capital de este país.
Una de las cosas que primero nos llamará la atención al llegar a esta ciudad será la magnífica vista que se tiene desde aquí al legendario monte Ararat (lugar en el que se supone que quedó anclada el Arca de Noé), con una vista realmente impresionante.
Otro de los puntos más visitados de la ciudad es la Mezquita Azul, templo construído en 1766 y sin duda, el más importante de allí. Se ha utilizado como mezquita principalmente, aunque en tiempos del dominio soviético fue un planetario.
Un lugar bastante frecuentado también es el centro Matenadarán, depositario de documentos antiguos; unos 17.000 manuscritos y 30.000 documentos de diversos temas en árabe, persa, siríaco, griego, latín, amhárico, japonés y algunas lenguas indias, ahí es nada.
Otros puntos de interés son el Parque Conmemorial y el Museo de Víctimas del Genocidio de 1915, uno de los lugares que nos recuerda la triste historia de sufrimiento que ha acompañado al pueblo armeno durante su vida.
Ereván es una ciudad en la que se existe una clara mezcla entre oriente y occidente, y sobre todo, es una ciudad en la que se respira historia por los cuatro costados. Si sóis amigos de este tipo de lugares, no dudéis en ir.
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