¿Habéis estado alguna vez en el Valle de Arán?. Pues, si os digo la verdad, no sabéis lo que os perdéis aún. Vistas maravillosas, paisajes espectaculares y una excelente calidad de vida. Situado a caballo en la franja de los Pirineos, el Valle de Arán mantiene tanto su carácter francés como español. Tan pronto como salimos del túnel de Vielha, no dudamos en ningún momento de encontrarnos en España.
Es una zona mucho más silenciosa y relajada que la que podemos dejar un poco más atrás, en la costa catalana. En el Valle de Arán podemos dar rienda suelta a nuestras aficiones más emocionantes. Por ejemplo, practicar rafting en el Nogura Pallaresa, el río más poderoso del Pirineo español. Es una meca para los amantes de este deporte. Aunque hay que tener cuidado con sus aguas, que además de turbulentas, suelen estar heladas.
Para los excursionistas, el Valle de Arán es un paraíso. Tiene rutas muy bien señalizadas, atendiendo a todos los niveles, desde suaves paseos a subidas a picos y montañas. Así que preparaos bien y decidid a lo que queréis enfrentaros. Para hacer todas estas rutas os aconsejaría acercaros a las Oficinas de Turismo de los pueblos cercanos de la Pobla de Segor o Tremp. Allí os facilitarán mapas y consejos muy útiles.
Un lugar idílico para alojarse es el pueblo de Santa Engracia, posiblemente uno de los más hermosos de toda Catalunya. Está situado aproximadamente a mitad de camino entre la Pobla de Segor y Tremp. La carretera que nos lleva hasta este pueblo es preciosa, con impresionantes vistas. Hay que tener cuidado si vamos en invierno, ya que la carretera podría estar bastante deslizante y hay muchas curvas.
Las casas del pueblo se aferran al acantilado, aunque no haya mar cerca. El único avistamiento de agua es el hermoso embalse de San Antoni, a varios kilómetros de la carretera principal, ideal para la natación y la pesca de truchas. Hay alojamientos aquí muy interesantes, desde hoteles a pensiones familiares. Además se pueden alquilar casas con terrazas, siendo las vistas maravillosas.
Desde la parte superior del pueblo es posible contemplar águilas, buitres, y si tenemos suerte, hasta quebrantahuesos. La primavera es la mejor época para visitar el Valle de Arán, cuando los prados están llenos de flores silvestres y los campos de amapolas nos invitan a soñar con una estancia romántica y evocadora.
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