Muchos son los edificios, vestigios y monumentos que te sorprenderán en Roma. Ahora mismo estaba repasando las fotos que hice en mi último viaje y seguía llamándome la atención la poderosa silueta de la fachada del Hadrianeum o Templo de Adriano. Situado en la Piazza di Petra, sus imponentes once columnas corintias de 15 metros de altura siguen siendo motivo de admiración para todo el que se sitúa frente a ellas.
Este templo fue construido en el año 145 por Antonino Pío, hijo y sucesor de Adriano, quien quiso honrar su memoria a lo largo de los siglos. En su origen contaba con quince columnas (actualmente se conservan once) y hoy en día funciona como museo dedicado a Adriano y galería de arte. El edificio en el que aparece insertado el templo, y que data del siglo XVII, fue en su momento la sede de la Bolsa de Roma.
El Templo de Adriano es uno de los lugares imprescindibles a la hora de visitar Roma. Tal vez no sea tan impresionante como el Capitolio o el Vaticano, pero la admiración que produce la altura de sus columnas es única. Si tenéis la suerte de visitar el interior descubriréis algunos de los restos que aún se conservan del edificio original.
Os recomiendo la visita a cualquier hora del día, aunque de noche, totalmente iluminado, presenta si cabe un atractivo más sugerente. Ya veréis que la plaza está muy animada de noche, y los flashes de los turistas se proyectan fundamentalmente sobre la fachada del templo.
Solo imaginar cómo debió ser este templo en su origen, viendo la altura tan impresionante de las columnas, resulta una excusa perfecta para acercarnos hasta aquí. Lo que podemos ver hoy representa la fachada norte del templo original. Ya que estáis en la zona podéis acercaros a la Fontana di Trevi o a la Iglesia de Santa María in Via, que se hallan a pocos minutos andando del templo.
Foto Vía Imperio Romano