Cuando uno viaja a Budapest una de las visitas imprescindibles, mejor dicho, uno de los paseos que no debe perderse es cruzar su célebre Puente de las Cadenas, que originalmente lleva el nombre de Puente Széchenyi. Este puente cruza por encima del Danubio, entre los barrios de Buda y Pest, la zona oeste y este de la ciudad.
Se inauguró en 1849 y fue el primer puente que se construyó en Budapest sobre el Danubio. En la zona Pest del río parte de la Plaza Roosevelt, junto al Palacio de Gresham y la Academia Húngara de las Ciencias, mientras que en el barrio de Buda se sitúa en la Plaza Adam Clark, cerca de la Piedra del Kilómetro Cero y el lugar donde se coge el funicular para subir al Castillo de Budapest.
Una de las curiosidades que debéis saber cuando reservéis vuestros vuelos Budapest es que, antes de la construcción del puente, sólo se podía pasar de una orilla a otra en barco. Cuando llegaba el invierno esto era prácticamente imposible, ya que el Danubio se congelaba, de ahí que se hiciera necesario la construcción de un puente de este estilo. Por lo que tras veinte años de obras por fin se pudo utilizar.
El nombre de Istvan Széchenyi que lleva el puente hace honor a uno de sus principales impulsores, aunque el arquitecto fue el inglés William Tierney Clark. En su momento fue uno de los monumentos más bonitos de Europa, además de los más grande del mundo, con sus 202 metros de longitud.
Las parejas de leones se le agregaron en 1852, como réplicas a los leones de Trafalgar Square en Londres. No fue sino hasta 1898 cuando, por su forma, se le dio el nombre del Puente de las Cadenas. Tras los bombardeos de la Primera Guerra Mundial, su estructura se reforzó en 1914, aunque tras la Segunda Guerra Mundial tuvo que ser nuevamente reconstruido.
Os recomendaría que cruzárais el puente a cualquier hora del día, y que para tener unas buenas vistas os paséis por aquí al caer la noche, con el Castillo de Buda iluminado.
Foto Vía Budapest Site