El Palacio Real de Bruselas

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La primera vez que fui a visitar Bruselas viajaba con la idea de encontrarme una ciudad de negocios. La imagen de los edificios de la Comunidad Europea posiblemente sea lo que mejor conozcamos de la capital belga desde la distancia. Sin embargo, Bruselas es una ciudad con mucho encanto detrás. Historia, arte, cultura y un gran ambiente son algunos de sus principales atractivos.

Si tenéis reservados vuestros hoteles en Bruselas uno de los muchos edificios que merecen la pena en la ciudad es el Palacio Real. Está situado en el Parque Real, frente al edificio del Parlamento, y es el lugar donde el jefe de Estado belga, el rey, concede las audiencias a los altos mandatarios de otros países. Eso sí, desde 1831 no es la residencia real, ya que los reyes viven en el Castillo Real de Laeken, a las afueras de la ciudad.

Construido principalmente en el siglo XVIII, la parte más llamativa, sin embargio, su fachada, se diseñó en el siglo XX, por iniciativa del rey Leopoldo II. Una buena fecha para visitarlo es el 21 de julio, Día de la Independencia de Bélgica, aunque se mantiene abierto de manera gratuita hasta principios de septiembre.

En su interior cuenta con los diferentes Salones de Estado, en los cuales se llevan a cabo grandes recepciones, y los apartamentos habilitados para para las visitas oficiales de otros Jefes de Estado.

Las visitas que se pueden hacer desde el 21 de julio y hasta principios de septiembre incluyen la Gran Escalera, diseñada por Alphonse Balat para Leopoldo II, con sus columnas de piedra, sus decoraciones en mármol blanco y verde; el Salón Goya, que toma su nombre por los tapices de Goya que decoran sus paredes; el Salón Blanco, regalo de bodas del rey de Francia, Luis Felipe, a su hija Luisa María y el rey belga Leopoldo I.

Hay otra serie de salones que se pueden visitar, como el Salón de los Jarrones, sala de audiencias de la reina; el Salón de la Música, decorado con un tapiz francés del siglo XVII; el Salón del Trono, todo dorado y decorado con bajorrelieves de Auguste Rodin; el Salón de los Espejos, decorado con espejos, mármoles, cobres y escenas alegóricas del Congo; y el Salón Azul, con su enorme mesa de banquetes y su gran cantidad de retratos de reyes y príncipes.

La visita a este palacio debe figurar sin duda en vuestra lista de qué ver en Bruselas. Un edificio situado además en un rincón muy tranquilo de la ciudad, a unos minutos andando del centro histórico. Para disfrutar del paseo.

Foto Vía Planetware