El Desfiladero de La Yecla en Burgos

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A tanto llegó el poder español en tiempos de Carlos V, que el emperador alemán pronunció aquella famosa sentencia de «En mis dominios nunca se pone el sol». Pues precisamente todo lo contrario en cuanto al astro rey se produce en el Desfiladero de La Yecla. El gran círculo solar aún no ha tenido la oportunidad de penetrar completamente en él, algo que convierte a este lugar en un destino muy singular.

Para contemplar este insólito enclave debemos trasladarnos hasta Santo Domingo de Silos, en la provincia de Burgos. A dos kilómetros de esta histórica población se abre una estrecha y profunda garganta en la que suena, muy tenue, el sonido de las aguas del arroyo Cauce, afluente del río Mataviejas. En dicha garganta aparece un cañón angosto, de algo más de medio kilómetro de longitud y en torno a cien metros de altura, conocido como el Desfiladero de La Yecla.

Si ya tenéis vuestra selección de hoteles en Burgos y queréis hacer una pequeña excursión desde la capital, os invito a venir hasta aquí. Durante millones de años las aguas del arroyo han ido tallando este desfiladero de apenas dos metros de anchura. Se recorre fácilmente a través de una serie de puentes y pasarelas, mientras en nuestras cabezas se oye el vuelo de una gran comunidad de buitres leonados, inquilinos de estas abruptas peñas.

Desde las pasarelas de madera se contemplan los rápidos que se forman en el arroyo y las pequeñas cascadas que brotan de la Peña Cervera, nombre con el que se conoce a el conjunto de rocas calizas que nos rodean. Este desfiladero apenas es un lugar más en el interior del Espacio Natural de La Yecla y los Sabinares del Arlanza, considerados uno de los más extensos y mejor conservados de Europa.

Un paisaje realmente único e increíble por su belleza y su singularidad. Nos contaban los lugareños antes de llegar que parece como si un gigante hubiese dado un tajo con su espada sobre la tierra y hubiera surgido así el desfiladero. Recorriendo el pasadizo por la pasarela de madera da precisamente esa sensación.

Foto Vía David Malabarista