Hace casi un siglo parecía imposible hablar de judíos en Berlín. Sin embargo hoy en día su comunidad es la más grande de Alemania, y sigue creciendo. Este grupo se aglutina en las calles, plazas y callejones de la Oranienburger Strabe, el Barrio Judío de la capital germana.
No es posiblemente de los rincones más turísticos de la ciudad pero sí de los más curiosos. Los judíos berlineses comenzaron a llegar aquí tras la caída del Telón de Acero. En realidad provenían de la Unión Soviética, aunque sus orígenes eran alemanes, aquellas generaciones que tuvieron que huir de Alemania y ahora debían hacerlo del estalinismo.
Para aquellos que estáis mirando vuestra selección de vuelos Berlín os queremos invitar a dar un pequeño paseo por este Barrio Judío. Un lugar realmente animado al llegar la noche gracias a su gran cantidad de bares, terrazas, cafés, tiendas y restaurantes. Realmente hay terrazas por todas partes, por lo que si venís en verano a Berlín este es un muy buen lugar para tomar una copa. No os extrañéis que haya gente en una misma mesa que ni se conozcan. Aquí todo el mundo es bienvenido.
Uno de los grandes símbolos del Barrio Judío berlinés es el Tacheles, una vieja galería comercial inaugurada en 1909 pero que quedó casi destruida tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Sus restos fueron ocupados por un grupo de artistas que convirtieron el edificio en una pieza de museo. Hoy llama poderosamente la atención su desvencijada fachada llena de graffitis. Una pena que ahora mismo no esté abierta para ver el interior.
Hablando de artistas por todo el Barrio Judío hay pequeñas galerías de arte de gente particular. Muchas casas abren sus puertas a modo de pequeños museos. Son jóvenes artistas que quieren abrirse camino en el mundo del arte, y que algún día sueñan con exponer en la Postfuhramt, el mayor centro de exposiciones del barrio. Está situado en un edificio de ladrillo rojo de finales del XIX, que anteriormente había funcionado como sede de correos.
La visita debe concluir, o empezar, como vosotros queráis, con la vista puesta en la Nueva Sinagoga, tremendamente hermosa con su simbólica cúpula dorada. Es enorme, ya que tiene capacidad para más de tres mil personas, y fue construida entre 1859 y 1866. Como era de prever sufrió numerosos destrozos durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, por lo que tuvo que ser restaurada entre 1988 y 1995.
Un último detalle: la noche de cada 9 de noviembre, en la verja de entrada de la Nueva Sinagoga, se colocan una serie de velas en recuerdo de las sinagogas, tiendas, restaurantes y cualquier comercio judío que fue destruido en la Alemania nazi. Pasear por estas calles, además de un enorme placer turístico, supone un recorrido por la historia reciente más triste del pueblo berlinés.
Foto Vía Cultour Berlin