Me resulta un placer inmenso esperar la caída de la tarde y pasear por Lisboa. Hoy quiero llevaros a través de las estrechas callejuelas empedradas del Barrio Alto, con sus bares, sus restaurantes, sus pequeñas tiendas. Un rincón lisboeta tremendamente animado cuando cae la noche, un refugio estupendo para oir el sonido lastimero y nostálgico de un fado a la luz de la luna.
Cualquiera que sea el lugar donde tengáis vuestros hoteles en Lisboa, llegaréis fácilmente hasta este Barrio Alto. Dejaros llevar por la música embriagadora de estos fados. No se sabe muy bien el origen de este tipo de música. Algunos lo sitúan en los árabes, otros en los marineros y, tal vez los más acertados, lo sitúan en aquellos que venían en barco en el siglo XIX desde Brasil. Lo que está claro es que el fado lisboeta es una de las mayores expresiones de esta ciudad.
En los siglos XV y XVI los exploradores portugueses formaban parte de las rutas comerciales más importantes del mundo, e hicieron de Lisboa uno de los puertos con más movimiento. Fundamentalmente se comerciaba con especias como la pimienta y la canela, lo que hizo que muchas personas vinieran a Lisboa en busca de trabajo. Los barrios ya existentes, como la Alfama y la Mouraria, apenas podían dar ya abasto a la población que crecía considerablemente.
Así surgió el Barrio Alto que, con su estrecha vinculación con el mar, comenzó a usar para sus calles nombres marítimos, como la Rúa das Gaveas o la Rúa das Salgadeiras. Rápidamente el Barrio Alto comenzó a forma parte íntegra de la ciudad y, a partir del siglo XVI, empezó a albergar familias de ricos comerciantes y nobles.
Hoy el Barrio Alto es un lugar lleno de encanto, donde la música del fado impregna la oscuridad de la noche. Si en el siglo XIX comenzaron a llegar allí las primeras industrias editoriales, hoy sus bares y tabernas de fado invitan a los turistas a perderse por las callejuelas del barrio.
Adem´s de los bares y locales de fado, hay en este barrio otros atractivos como el Museo de Historia Natural, el Museo de la Ciencia, el Jardín Botánico, la Basílica de Estrela o el famoso Convento do Carmo.
Foto Vía Olhares