Llegamos a Coblenza pensando más bien en lo que al día siguiente nos íbamos a encontrar en Colonia, ambas ciudades apenas separadas por cien kilómetros. Sin embargo la impresión que nos llevamos de este rincón de Alemania de más de dos mil años de historia fue magnífica.
Aquí llegaron los Caballeros de la Orden Teutónica en 1216, justo en la confluencia de los ríos Rhin y Mosela. Vosotros podéis hacerlo hoy en día perfectamente en vuestros vuelos Colonia. Resulta preciosa precisamente la llegada a Coblenza, con el Valle del Rhin como puerta de entrada, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el 2002.
No me extraña que el movimiento romántico alemán naciera en estas orillas. Pintores, poetas y toda clase de artistas se inspiraron en estos paisajes tan fascinantes. Una excursión por los alrededores de Coblenza os ayudará a descubrir esta maravilla, con la silueta de muchos castillos como telón de fondo.
Uno de ellos es la Fortaleza de Ehrenbreitstein, la mejor conservada de Europa. Fue construida en 1828 sobre una pequeña colina sobre el Rhin, y desde ella tendréis una panorámica del valle sencillamente esplendorosa.
Ya en Coblenza hay algunos lugares que visitamos y que son imprescindibles de conocer. En primer lugar el Deutschherrenhaus, el primer asentamiento al que llegaron los Caballeros Teutónicos, y que hoy alberga el Museo Ludwig, dedicado al arte francés. De ahí nos vamos a la Deutscher Kaiser, una torre gótica construida en el siglo XVI, uno de los pocos edificios de Coblenza que no fue destruido en la Segunda Guerra Mundial.
Me encantó la Fuente Schangel que podéis ver en el patio del ayuntamiento. Es reciente, de 1941, y está dedicada al poeta local Josef Cornelius, autor de la Schangel, el himno de Coblenza. Eso sí, cuidado porque la escultura de bronce de la fuente suele salpicar bastante agua… ya nos pasó a nosotros…
En cuanto a iglesias interesantes, en Coblenza no debéis perderos la Iglesia de San Castor, la de Nuestra Señora Amada y la Iglesia de San Florián. Las tres conforman el horizonte de la ciudad, y podéis ver sus torres sentados en alguna terraza degustando el magnífico vino de la región del Rhin y el Mosela.
O bien también podéis probar mejor este vino en la Weindorf, una aldea construida en 1925, con sus casas de entramado de madera alrededor de una plaza, con motivo de una exposición de vino alemán. Sentarse aquí y degustar estos caldos y la gastronomía local es un verdadero placer.
Nosotros pensábamos que Coblenza iba a ser únicamente nuestro lugar de paso antes de ver la maravillosa Catedral de Colonia, y vaya sorpresa tan agradable que nos llevamos. Os recomiendo pasar por ella para que tengáis el mismo recuerdo.
Foto Vía Planetware