De unos años a esta parte parece que aumenta poco a poco la llegada del turismo a Letonia. Es algo común en sus otras dos hermanas bálticas, Lituania y Estonia, y que me agrada conocer. El atractivo histórico, paisajístico y cultural que podéis encontrar aquí es de notable interés.
Muchos son los turistas que planifican sus minicruceros por el Báltico en busca de estas tres joyas. Hoy os queremos llevar hasta el interior de Letonia, a unos 85 kilómetros al noreste de Riga, para mostraros la hermosa y pintoresca ciudad de Cesis. Está considerada una de las más bellas del país, tanto por el atractivo de sus monumentos como por el entorno natural que la rodea. Tanto es así que los propios letones dicen que esta es la ciudad más letona de Letonia.
Situada en el valle del río Gauja, muy cerca del parque nacional del mismo nombre lleno de acantilados, cuevas y castillos medievales, la ciudad data del siglo XIII y, desde entonces, realmente no ha cambiado en mucho. Sin ir más lejos aún conserva la poderosa impronta de su castillo en la colina de Riekstu. Una fortaleza también del siglo XIII que tuvo que ser reformada y restaurada en numerosas ocasiones tras los asedios y batallas que tuvo que sufrir.
Todo cambió en esta ciudad a partir de los siglos XVII y XVIII, cuando fue destruida completamente por las guerras y las plagas que asolaban el norte de Europa. Aún así su casco antiguo guarda las reminiscencias del pasado de esplendor que se vivió aquí durante la Edad Media. Cesis formaba parte de una de las principales rutas comerciales del continente europeo.
Además de por su castillo, Cesis es conocida especialmente en Letonia por sus aguas termales. Aprovechando el saludable entorno hasta sus balnearios y casas de veraneo llegan muchos turistas autóctonos. El más conocido de todos estos balnearios es el de la Cueva Svetavots, cuyo manantial es célebre por sus poderes curativos.
Nada mejor por tanto para perdernos en el desconocido mundo de las repúblicas bálticas que perdernos en Cesis, la ciudad más letona de Letonia. Allí nos espera un viaje inesperado a la Edad Media y la sugerente amalgama de colores del parque nacional que la rodea.
Foto Vía Trialx
