Más de uno se sorprendería con la gran cantidad de atracciones culturales que tiene una isla como Lanzarote. Conocida como la isla de los volcanes, la más septentrional del archipiélago canario no solo es reducto exclusivo de los amantes de la playa y el surf sino que también es un compendio de arte y tradiciones. Por eso, si estás buscando hoteles en Lanzarote a un precio imbatible para darte una escapada, debes conocer sin duda el enorme legado de César Manrique, uno de los hijos ilustres de este pequeño rincón insular.
Pintor, escultor, arquitecto y artista, Manrique tuvo un profundo impacto en el desarrollo del turismo moderno de Lanzarote. Su influencia y su obra se encuentran por toda la isla. Nada más aterrizar aquí te das cuenta de ello, sobre todo si te fijas en la terminal del aeropuerto, decorada con pinturas y murales del propio autor.
Manrique fue desde siempre un gran ecologista que luchó por la conservación de los paisajes volcánicos de la isla. Nacido en Arrecife en 1919, está considerado un artista adelantado a su tiempo. En su isla natal creó lugares tan especiales como los Jameos del Agua, su casa de Tahíche (hoy convertida en la Fundación César Manrique), el Mirador del Río o el Jardín de Cactus entre otros. Iconos turísticos que resultaron claves para que Lanzarote fuera declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1993.
Un año antes de esta declaración, el 25 de septiembre de 1992, un accidente de tráfico cerca de la sede de su fundación acababa con la vida del artista. Los últimos años de su vida Manrique vivió en el pueblo de Haría, al norte de la isla. Esa misma casa ha sido recientemente abierta como una Casa Museo de más de 12.000 metros cuadrados.
A todo esto hay que añadir otras influencias del artista que no se suelen ver ni apreciar. Por ejemplo el hecho de que no haya ni hoteles ni complejos de apartamentos de gran altura, así como vallas publicitarias. Esta prohibición provoca que el paisaje de Lanzarote haya quedado prácticamente intacto y pueda resaltar por encima de todas las cosas. Un legado de Manrique al que los lanzaroteños (o conejeros) siempre le estarán agradecidos.
Foto Vía Pigus Skrydis