Disfrutar de sus alternativas de ocio y culturales es uno de los atractivos que anualmente lleva a que miles de turistas de todas las partes del mundo aterricen en Madrid. No obstante, muchos de ellos también lo hacen con el claro objetivo de conocer in situ el conjunto de monumentos que han hecho de esta ciudad una villa de incalculable valor y belleza.
Entre dichas edificaciones se encuentra, por ejemplo, la conocida Catedral de Santa María la Real de la Almudena, conocida comúnmente por el nombre de Catedral de la Almudena.
En la segunda mitad del siglo XIX, y concretamente en el año 1879, fue cuando se iniciaron las obras de construcción de este templo que tiene su origen en la Iglesia tardomedieval de Santa María de la Almudena, próxima a aquel, pues lo que se pretendió era darle la majestuosidad y magnificencia que se merecía.
Y así fue como se levantó la Catedral, sita junto al Palacio Real, que fue erigida con piedra y granito y que cuenta con unas dimensiones de 73 metros de altura por 102 metros de longitud.
Los estilos neoclásico, neorrománico y neogótico son los que se convierten en protagonistas de aquella que cuenta con elementos que la hacen especialmente bella y significativa. Este sería el caso, por ejemplo, de su cúpula que tiene la singularidad de ser gótica interiormente pero barroca en su exterior.
Asimismo, de la Almudena también merece la pena subrayar el valor de su fachada principal, la que se encuentra en la Plaza de la Armería, que es neoclásica y que cuenta con un bello pórtico además de con una hornacina donde se halla la imagen de la Virgen que le da nombre.
El presbiterio, las obras pictóricas y escultóricas que conserva, sus vidrieras o la cripta son otros de los elementos más relevantes e importantes de la Catedral de Madrid.