Sobrevolamos ocho de los diez picos más altos del mundo, hasta que el avión descendió en un terreno de arrozales, concretamente en Paro, el único aeropuerto de Bután. Pronto descubrimos el magnífico edificio de la terminal, con impresionantes aleros, paredes pintadas y ventanas talladas, muy típicas del país. Otra característica sorprendente que observamos nada más llegar es que todo el mundo lleva el traje nacional.
Al día siguiente de vuestra llegada podéis comenzar una de las aventuras más extraordinarias que realizaréis en el país: una caminata de aproximadamente cinco días a través de las montañas hasta Timphu, la capital. A medida que camináis, os saldrán a vuestro paso hermosas laderas boscosas de coníferas y pinos azules. Descubriréis los impresionantes bambúes enanos, los rododendros y las maravillosas flores alpinas.
Lo peor que podéis llevar es el frío de la noche, en torno a los 5 grados bajo cero, así que hay que proveerse de gruesos sacos de dormir. La mañana es realmente preciosa, completamente azul, suave y refrescante. Resultará impresionante contemplar los picos nevados y transcurrir por las pequeñas aldeas de las montañas, a los que llegan pastores de yak o pequeños monjes budistas, camino de algún remoto monasterio.
La última noche acamparéis en los terrenos de un antiguo monasterio, en la cima de una colina desde la que ya se divisa Timphu. Las hermosas paredes pintadas del monasterio, las estatuas de Buda, las grandes lámparas y otros objetos rituales os impresionarán poderosamente.
Timphu, la capital, tiene tres avenidas paralelas. No tiene semáforos y se puede recorrer en apenas una hora. Allí si queréis podéis alquilar un coche para seguir nuestra ruta. Desde allí podéis visitar los alrededores, contemplando monasterios, templos y el magnífico Dzong, una fortaleza construida en una de las mayores alturas del valle.
Las aldeas de la zona no tienen luz eléctrica, sino que se alumbran con velas o bien la luz solar. Cada una suele tener un pequeño monasterio, y una variedad muy interesante de fauna y flora, sobre todo de aves.
La siguiente parada puede ser Punakha, la antigua capital, lugar donde los monjes de Timphu suelen pasar el invierno, ya que la temperatura es mucho más agradable. El Dzong, construido sobre dos ríos, es magnífico. Realmente es un encuentro con la naturaleza y la arquitectura de Bután.
En Bután se cultivan sobre todo patatas, arroz y plátanos. Debido a la baja densidad de población, no hay suficientes tierras para todos, aunque no suele haber apenas pobreza. Al contrario, los niños, por ejemplo, suelen ir muy bien vestidos, y su educación suele ser bastante buena (saben inglés desde pequeños).
Si tenéis tiempo debéis subir al Monasterio del Tigre, aferrado sobre una roca, a una altura considerable. Un incendio destruyó el edificio hace cuatro años, pero hoy en día se puede observar una completa reconstrucción. Los techos de oro brillante, sobre todo cuando el sol reluce sobre ellos, son un claro ejemplo del fervor budista de este país