Bruselas es en general un destino desconocido para el turismo español. No obstante, la capital europea esconde en sus calles y avenidas grandes monumentos que reflejan la importancia histórica que ha tenido este lugar en su historia, así como hermosos hoteles en Bruselas.
El monumento más conocido y divertido de Bruselas es sin duda el Manneken-pis, denominado también como el “Ketje de Bruselas” y uno de los personajes más querido por los habitantes de bruselenses. No hay turista que haya viajado a Bruselas y no se haya sacado una foto con él. Tanto los visitantes como los lugareños suelen visitar a este hombrecito que de vez en cuando suele llevar puesto uno de sus 654 trajes, un enorme armario que se expone en la Casa del Rey.
Existen muchas leyendas del por qué de la fama de tan pequeño personaje. Una de ellas cuenta que gracias a su natural gesto y necesidad consiguió apagar la mecha de una bomba destinada a destruir el “Grand-Place”, pero lo cierto es que dicha estatuilla es la guardiana del fuente que se construyó con el fin de abastecer de agua al barrio.
Una vez dejemos de lado el Manneken-pis, podemos ir a visitar la Grand-Place, excepcional ejemplo de mezcla y armonía de diversos estilos arquitectónicos y artísticos que alguna vez fueron y siguen siendo característicos de la cultura y sociedad de esta región belga. Gracias a la calidad de la arquitectura, podremos ver la evolución y el auge de una ciudad mercantil del norte de Europa en sus años de prosperidad. Hoy día la plaza acoge sobre todo edificios públicos y privados que datan sobre todo del siglo XVII. Está considerada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Otro de los lugares a los que hay que sacar fotos en Bruselas es el Ayuntamiento, situado en el mismo Grand-Place. Seguramente sea uno de los edificios públicos más bellos del país y no sólo por sus innumerables esculturas decorativas sino que también por la increíble exactitud de sus proporciones. Tiene como símbolo la bella torre con su flecha coronada por San Miguel.
El edificio fue iniciado en 1402 y tras un bombardeo a la ciudad, fue incendiado en 1695. No obstante, este episodio bélico no consiguió eliminar del todo los tesoros que se escondían en sus salas de recepción y gabinetes, pues el edificio alberga prestigiosos tapices bruselenses del siglo XVI, XVII y XVIII y blasones de antiguos gremios junto a importantes pinturas.
Foto Vía: Walter