Cuando hablamos de Brasil, lo primero que nos viene a la mente son sus carnavales, sus playas, sus danzas y, cómo no, el fútbol. Sin embargo, en un país tan grande y tan rico, los estereotipos a veces dejan de tener valor y nos encontramos con sorpresas como la que encarna perfectamente su capital. La historia de esta ciudad, pese a ser breve, está llena de curiosidades y aspectos que la hacen especial entre la mayoría de las capitales del mundo. Incluso su nacimiento es diferente al de las demás, casi siempre perdido entre las brumas de la historia y las leyendas. En Brasilia, sin embargo, podemos incluso fechar exactamente su construcción.
En 1956, el presidente Juscelino Kubitschek puso en marcha un proyecto que desde finales del s. XVIII se había soñado: el de construir una capital en el interior del país. Tan sólo cuatro años después, el trazado urbano de la ciudad estaba listo, los edificios principales preparados para empezar a usarse y el viejo sueño se había cumplido. Hoy en día, la ciudad, además de ser el centro administrativo y político de Brasil, acoge también infinidad de convenciones, congresos y todo tipo de eventos; museos, galerías de arte y centros culturales. No en vano, se puede considerar a Brasilia un auténtico museo de arquitectura y arte contemporáneo al aire libre.
Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO desde 1987, en reconocimiento tanto de la calidad de sus edificios como del esfuerzo que representó para todo un pueblo levantarlos prácticamente desde la nada, algunos la pueden considerar, no sin cierta razón, una ciudad prefabricada, pero también hay que reconocer que es un homenaje vivo al tesón y al poder de la humanidad para cambiar la naturaleza y su propio destino, que muchos vuelos a Brasilia ponen hoy a nuestro alcance.
En nuestra visita, que recomendamos extender por espacio d varios días, no puede faltar la visita a la imponente Catedral Metropolitana, el Congreso de Itamari, la Plaza de los Tres Poderes, el Templo da Boa Vontade, los Ministerios o el Complexo Cultural da Caixa Enonómica Federal, además del Teatro Nacional, el Panteón de la Patria, el Tribunal Supermo y también sus grandes parques, trazados al milímetro sobre las mesas de urbanistas y arquitectos.
Foto: Steve Evans