Suiza es el país de las montañas, los relojes, las casitas de madera y los colores. Pero también hay una Suiza que te invita a viajar en el tiempo, una Suiza histórica, medieval, amurallada. Un país que derrama historia y viejos relatos de caballeros, nobles y princesas. Parte de esta Suiza es la que conforma la ciudad de Bellinzona, muy cerquita de la frontera con Italia, apenas cien kilómetros al norte de Milán.
Bellinzona es el único ejemplo de arquitectura militar medieval que aún sigue en pie en la región de los Alpes. Sus tres castillos y el conjunto de sus murallas son, desde el año 2000, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Como toda ciudad fronteriza, máxime en el corazón de Europa, necesitaba de un férreo sistema defensivo, de ahí lo que podemos apreciar hoy.
Llegar a Bellinzona es contemplar desde cualquier punto la silueta poderosa del Castillo de Castelgrande. La línea de murallas que parte de él recorre todo el Valle del Tesino protegiendo a la ciudad, desembocando en el Castillo de Montebello. Dos recias construcciones que denotan la importancia estratégica de Bellinzona en la Edad Media. Precisamente toda esta historia se aprecia fácilmente en los museos de los castillos de Montebello y Sasso Corbaro, la otra gran fortaleza de la ciudad.
Un breve paseo por el centro histórico de Bellinzona y sube hasta nosotros el placer de los siglos. Porque, más allá de las murallas y los castillos, hay una ciudad más elegante, más clásica. Desde la Plaza Nosetto, con el edificio del Ayuntamiento, hasta la Via Teatro, pasando por la Plaza del Gobierno. En este recorrido nos salen al paso casas nobiliarias, pequeñas casonas y palacios con puertas de piedra, balcones y balaustradas que evocan la riqueza de tiempos mucho mejores.
En nuestro deambular veremos la Iglesia de Santa María delle Grazie, famosa por la decoración interior de sus muros. Representa la Crucifixión de Cristo y otras 15 imágenes pintadas a finales del siglo XV que evocan la vida de Jesús.
La tranquilidad de las calles de Bellinzona se altera un poco cada sábado, con la celebración del mercadillo semanal. Más bullicio si cabe tendremos en el mes de febrero cuando, a pesar del frío, el Carnaval Rabadan salta a las calles de Bellinzona con su música, sus desfiles multicolores, espectáculos, teatros callejeros, etc…
Bellinzona es una ciudad tranquila que aún vive pendiente de su pasado. La belleza de sus muros y la poderosa mirada de sus castillos os cautivará enormemente.
Foto Vía Sgsmp