Si queremos un poco de tranquilidad, qué mejor que visitar Menorca, en las Islas Baleares, un lugar donde reina la calma con un conjunto poderoso de calas donde disfrutar del sol y el mar.
El turismo en Menorca es menos masificado que otras de sus islas hermanas, con menor población, tanto en invierno como en épocas estivales. Hay playas de diversos tipos (de roca, de arena, de grava…), pero todas ellas de gran belleza, con agua cristalina y rocas para pasarlo bien con la familia o reposar si vas en pareja.
Binibeca Vell es una de ellas. Se encuentra seis kilómetros de Sant Lluís, y es totalmente apta para la práctica del buceo, una de sus características principales. En ella hay calas tan singulares como Cala Binissafúller y Cala Fondo. Por su parte, Cala Galana, en término municipal de las Ferreries es una de las más conocidas de toda la isla por su extenda región natural virgen.
Cala Galana tiene una gran amplitud y sorprende por su agua transparente y fina arena blanca. Un atractivo que reúne a turistas que quedan atrapados por esta circunstancia, deseada por todos los mortales cuando el sol aprieta. Su importancia la han hecho merecedora de la certificación medioambiental 14001.
Cala Brut, en Ciudatella, está rodeada de altas rocas y tiene forma de uve, siendo reducida, estrecha y alargada, a la vez. Arenal d’es Castell, en Es Mercadal es una playa de fina arena muy cercana a algunos centros turísticos importantes.
Recóndita y menos poblada, Cala Binidalí, en Maó es estrecha y está encajonada por algunos barrancos. Las rocas también son aquí las protagonistas y parecen ser las dueñas del paisaje que te atrapan y te hacen sentir único. Es importante apuntarse este lugar cuando necesitas un relax total, pues no suele haber demasiada afluencia de bañistas.
Foto: eltito