Rusia es, en general, un país desconocido para muchos turistas que lo identifican con la nieve y el frío. Pero Rusia en general y Moscú y sus alrededores en particular tienen mucho que enseñar, tienen una gracia especial, un mundo diferente que también conviene conocer. Es un país que pese a situarse entre occidente y oriente posee un espíritu propio y así lo demuestran sus monumentos.
Antes de la invasión por parte de los mongoles, los centros de poder rusos se encontraban en pequeños principados situados en los alrededores de Moscú. Cuando se expulsó a los mongoles, las antiguas ciudades quedaron a un lado, fueron olvidadas y se convirtieron en centros provinciales con las ostentosas iglesias y palacios como símbolo de que no hacía mucho que aquel lugar fue importante.
Así, nuestro objetivo de hoy es conocer un poco más esta área. El hecho de que tras la expulsión de los mongoles estas ciudades hayan quedado en los márgenes de la omnipotente Moscú, los ha convertido hoy día en el lugar perfecto para explorar la Rusia rural en la que vive buena parte de la población.
La mayoría de estas ciudades conforman el conocido como “Anillo de Oro” y pueden ser visitadas en excursiones de un sólo día desde Moscú, aunque alguno que otro bien se merece una estancia un poco más larga. El transporte se hace tanto en tren como en autobús y si queremos ir de Yaroslavi a Kostroma también lo podemos hacer en barco.
Como no podemos entretenernos en todas las ciudades, tomaremos la sagrada Serguiev Posad como paradigma del resto de ciudades de este tipo que se sitúan en los alrededores de Moscú.
Se trata de la sede del amurallado Monasterio Trinitario de San Sergio, donde Sergio de Radonezh construyó un pequeño templo de madera. Con el paso del tiempo las riquezas del monasterio aumentaron y el lugar se convirtió en un enorme complejo de palacios, iglesias y catedrales donde vivía una importante comunidad monástica.
De hecho, miles de peregrinos visitan la ciudad para dar su saludo a san Sergio. Se trata de peregrinos de todas las edades que se pasean entre flemáticos popes de hábitos negros y largas barbas azabache. Si queremos visitar al santo, tenemos que ir a la catedral de la Trinidad, pues aquí están los restos, aunque también merece la pena una visita a la catedral de la Asunción con sus cúpulas de estrella dorada. En el mercado que se sitúa en el exterior, podemos comprar las muñecas matrioshka para regalar.
En fin, una visita interesantísima que nos sacará un día entero del ambiente, a veces agobiante de Moscú y nos permitirá hacer una escapada a sus alrededores.
Foto Vía: Franca